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viernes, 2 de mayo de 2008

Mujer virtuosa...





“Mujer virtuosa,¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas. El corazón de su marido confía en ella y no carecerá de ganancias. De ella recibe el bien y no el mal todos los días de su vida. Ella busca la lana y el lino, y trabaja gustosamente con sus manos. Es como la nave del mercader, que trae su pan desde lejos. Siendo aún de noche, se levanta para dar la comida a su familia y la ración a sus criadas. Considera la heredad y la compra, y con sus propias manos planta una viña. Se ciñe firmemente la cintura y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso. No teme por su familia cuando nieva, porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas. Ella se teje los tapices, y de lino fino y de púrpura es su vestido. Su marido es conocido en las puertas de la ciudad, cuando se sienta con los ancianos del país. Teje telas y las vende, y provee de cintas al mercader. Fuerza y honor son su vestidura, y se ríe de lo por venir. Abre su boca con sabiduría y la ley de la clemencia está en su lengua. Considera la marcha de su casa y no come el pan en balde. Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, y su marido también la alaba: “¡Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú las sobrepasas a todas!”. Engañosa es la gracia y vana la hermosura, pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada. ¡Ofrecedle del fruto de sus manos, y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos!” Probervios 31.10 – 31

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